El timón de un barco de vela es como si fuera el volante de un coche pero con la peculiaridad, que el timón direccionará al lado contrario hacia donde lo llevemos. Esto quiere decir que si nosotros queremos ir hacia la derecha, debemos echar el timón hacia la izquierda, y viceversa. De este modo, podemos diferenciar dos acciones que nos permitirá llevar al barco a la dirección que deseemos:
- ORZAR: es llevar la proa del barco en dirección a donde viene el viento, disminuyendo el ángulo que forma el barco con el viento. El límite al orzar está en no aproar tanto el barco que se detenga en su marcha (ángulo muerto aproado)
- ARRIBAR: alejar la proa de la dirección del viento, aumentando el ángulo que forma el barco con el viento. También lo podemos definir como virar a sotavento, alejarnos o abrirnos del rumo del viento.
Estos dos términos hacen referencia al equilibrio de la embarcación, a la dirección en la que navega y a la resistencia que ofrece respecto a la fuerza del viento.
Si no existe un buen equilibrio entre el centro vélico (fuerza aerodinámica) y el centro de resistencia lateral (fuerza hidrodinámica), el barco tendrá tendencia a orzar o arribar.
El propósito es buscar un buen equilibro entre todas las fuerzas implicadas de manera que se pueda producir una navegación eficaz y una mayor propulsión hacia delante. Un barco bien equilibrado es fácil de gobernar y es capaz de mantener por si solo el rumbo, siguiendo una línea recta, y sin que la pala del timón vaya inclinada y ofrezca resistencia al avance del barco
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